Juan Manuel Sánchez
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miércoles, 28 de abril de 2010
La sensación es un lugar (Setiembre 2009)
Gerardo Ferreira
Rafael Courtoisie
La caída aumenta el deseo trunco de subir
Rafael Courtoisie
Cuando algo anda mal en mí, me recojo y pienso en lo bueno que sería poder hacer algo productivo con eso, transformarlo en otra cosa que no sea yo y que funcione, que tenga sentido, que no sea otro intento banal de subsistir, como tirarse y esperar que algo suceda. No, transformarlo de manera tal que esa energía se convierta en un sitio con personas que viven, dicen y sienten; cuando algo así me pasa clavo los ojos en un punto fijo y me concentro, y al principio nada ocurre, como cada vez que empieza algo. Nada. Inicio, promesa, mis manos toman la iniciativa, buscan un objeto para luchar, un instrumento, un arma acaso, buscan una extensión de sí mismas que intenta repeler lo mal que me siento, porque así empieza todo, con una sensación, con algo que pasa por adentro de uno como una estampida de cometas, con una sensación, con la presión de los dedos sobre algo sólido y la mirada estupefacta, concentrada en la posibilidad de que algo se puede hacer con eso, de que algo con sentido puede amanecer en mí, de que hay una forma, una vía, una puerta hacia el papel, y cuando ubico esa sensación, cuando la identifico, en ese momento existe un lugar, existen personas que piensan dicen y sienten, y me recojo, alguien se acerca, me cuenta bajito al oído lo mal que estoy o tal vez lo bien -si ando contento- parpadeo al fin y entiendo.
Existo.

Existo.

martes, 18 de agosto de 2009
Catharsis (Julio 2009)
Karen Wild
“Vivir es no filosofar, filosofar es no vivir”
¿Qué estamos entendiendo por filosofía y por vivir aquí? Parece ser la clave para discutir esta sentencia. Intentemos llenar con contenidos.
Filosofía como un proceso que entraña reflexión y sistematización de las ideas surgidas de la misma, las cuales pueden ser planteadas ya de forma argumentativa o expositiva, pero que se sustentan en una argumentación que debería proveer su autor en caso que se le preguntara ¿en qué se basa para decir eso? o ¿por qué lo dice?, etc.
Vivir como trascendencia de los actos básicos que identifican que un organismo está vivo. Vivir en referencia a la actividad física y la participación activa en grupos, realización de tareas, desde las automáticas hasta las más creativas pero que involucran activamente al cuerpo. Hacemos a un lado la acepción de vivir (o vida) como actividad del espíritu.
De este modo, ¿tenemos que dejar de vivir para hacer filosofía?
Sí. La reflexión implica volverse sobre el objeto que se somete a juicio. Es un acto de desdoblamiento de la inmediatez, la cual es característica del vivir automático. En el mismo se da un alejamiento, se observa desde fuera la cosa a estudiar. En este sentido no se puede vivir la cosa misma y reflexionar sobre ella. Como el automatismo está en las antípodas de la filosofía, si se reflexiona sobre una acción determinada, esta no puede estarse efectuando acríticamente por la misma persona.
Pero el vivir no es expresión exclusiva del automatismo y la actividad acrítica (si así fuese habría bastado con definir cada término para responder a la pregunta.)
No. La filosofía podría coexistir con el vivir. Supongamos que mientras trabajo lavando los platos de un restaurante observo cómo se acerca por la puerta de servicio una señora rodeada de niños a pedir algo que sobre. Entonces aparece mi patrón y dándole una negativa, cierra la puerta y me ordena tirar en bolsas bien cerradas las sobras de los platos. Mientras cumplo o no cumplo las órdenes dadas, pienso sobre los motivos para dar la negativa. Considero los distintos factores involucrados, las consecuencias no inmediatas de las posibles respuestas. Pienso también en qué pasaría si todas las personas dijéramos no cada vez que tenemos la oportunidad de dar algo a alguien que lo necesita… y empiezo a hilar mis intuiciones, organizo las incipientes ideas y comienzo a enunciar argumentos…
Filosofía como un proceso que entraña reflexión y sistematización de las ideas surgidas de la misma, las cuales pueden ser planteadas ya de forma argumentativa o expositiva, pero que se sustentan en una argumentación que debería proveer su autor en caso que se le preguntara ¿en qué se basa para decir eso? o ¿por qué lo dice?, etc.
Vivir como trascendencia de los actos básicos que identifican que un organismo está vivo. Vivir en referencia a la actividad física y la participación activa en grupos, realización de tareas, desde las automáticas hasta las más creativas pero que involucran activamente al cuerpo. Hacemos a un lado la acepción de vivir (o vida) como actividad del espíritu.
De este modo, ¿tenemos que dejar de vivir para hacer filosofía?
Sí. La reflexión implica volverse sobre el objeto que se somete a juicio. Es un acto de desdoblamiento de la inmediatez, la cual es característica del vivir automático. En el mismo se da un alejamiento, se observa desde fuera la cosa a estudiar. En este sentido no se puede vivir la cosa misma y reflexionar sobre ella. Como el automatismo está en las antípodas de la filosofía, si se reflexiona sobre una acción determinada, esta no puede estarse efectuando acríticamente por la misma persona.
Pero el vivir no es expresión exclusiva del automatismo y la actividad acrítica (si así fuese habría bastado con definir cada término para responder a la pregunta.)
No. La filosofía podría coexistir con el vivir. Supongamos que mientras trabajo lavando los platos de un restaurante observo cómo se acerca por la puerta de servicio una señora rodeada de niños a pedir algo que sobre. Entonces aparece mi patrón y dándole una negativa, cierra la puerta y me ordena tirar en bolsas bien cerradas las sobras de los platos. Mientras cumplo o no cumplo las órdenes dadas, pienso sobre los motivos para dar la negativa. Considero los distintos factores involucrados, las consecuencias no inmediatas de las posibles respuestas. Pienso también en qué pasaría si todas las personas dijéramos no cada vez que tenemos la oportunidad de dar algo a alguien que lo necesita… y empiezo a hilar mis intuiciones, organizo las incipientes ideas y comienzo a enunciar argumentos…
jueves, 13 de agosto de 2009
Catharsis (Julio 2009)
Juan Royes
"El Nihilismo no es solamente un conjunto de consideraciones acerca del tema "Todo es vano", no es sólo la creencia de que todo merezca perecer, sino que consiste en poner las manos en la masa, en destruir..."
F. Nietzsche.
La voluntad de Dominio, Madrid, 1932
La voluntad de Dominio, Madrid, 1932
Tengo una piedra en la mano. Pero, ¿hacia dónde apuntarla?
Me encuentro en el lugar común de todos los disconformes. Un nihilista que, como Nietzsche, cree que no basta la negación del sistema, sino que hay que involucrarse positivamente en su destrucción.
Pero, ¿qué hay para destruir? Sólo puedo pensar en “El Sistema”, esa reificación, esa antropomorfización que hacemos con reglas del juego en el que todos participamos. Nos sentimos encadenados. Me siento encadenado. Y mientras tanto lustro mis cadenas, me aferro a ellas. Siempre con la piedra en la mano, siempre sin saber a dónde apuntar.
Doy una charla, escribo un cuento. Trato de despertar a los que aún duermen, a los que sienten que las cosas siempre fueron y serán así. O aún peor, que deben ser así, que hay una razón aunque no alcancemos a comprenderla.
Acto seguido voy al cyber y mando un currículum. O dos si tengo suerte. O diez, si estoy desesperado. “De algo hay que vivir” me digo, y esto me permite dormir soportando el saberme un completo hipócrita.
Suelto la piedra, no hay a dónde arrojarla. No hay vidrios que romper, no hay puertas que derribar.
Entonces, ¿de donde vienen estas cadenas…?
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